Hubo un tiempo en que no había teléfono, internet ni correo electrónico. La gente se llamaba a gritos, si estaba suficientemente cerca, y sino, ni eso. Con tantos adelantos, no nos paramos a pensar cómo lo hacían antes para comunicarse. Mi abuela nos lo cuenta. Un testimonio único, de los que ya es difícil escuchar, y que da gusto poder seguir haciéndolo.
Por ti, abuela!!